HARIA CUALQUIER COSA

Jack tenía parálisis cerebral. Era cuadripléjico y empleaba el restringido movimiento que tenía en una mano para manejar su silla de ruedas eléctrica. El asistía a mis clases. Un día Jack se me acercó y dijo que quería trabajar. En ese momento yo estaba entrenando a adultos gravemente discapacitados para trabajar en puestos dentro de la universidad. El me dijo que quería trabajar en la cafetería. Asombrada en el primer instante, pensé en las destrezas necesarias para eso. ¿Cómo podría ayudar allí? Pensé.  ¿Qué te gustaría hacer, Jack? le pregunté. Su respuesta fue firme: ¡Haría cualquier cosa! me dijo con una sonrisa. ¡Cómo me gustó su ánimo y su voluntad y cuánto admiré su convicción! Al día siguiente Jack estaba listo para empezar a trabajar. A pesar de mi esfuerzo por hallarle una labor no encontraba la solución. Al ver mi frustración, un ayudante lo solucionó. Acortó el mango de un cepillo para que cupiera bajo el brazo de Jack y pudiera ser manipulado con una mano. El cepillo se ubicó de tal manera que pudiera alcanzar el tope de las mesas. Con la otra mano, Jack impulsaba su silla, limpiando las mesas mientras se movía. ¡Jack se sentía como en el cielo! Cuando lo miraba, advertía que podía apartar las sillas de las mesas para personas en silla de ruedas y alinearlas contra la pared. Jack cumplía este trabajo también con mucho  gusto. ¡Por fin se sentía capaz y digno! Un día Jack se me acercó cubierto de lágrimas y me explicó que la gente no lo dejaba hacer su trabajo, y es que como le costaba tanto esfuerzo, muchos de los alumnos lo ayudaban. El problema se resolvió cuando hice unas tarjetas en las que explicaba el trabajo de Jack. Entonces todos le admiraban. Su voluntad siempre será una inspiración para mí.
Casi todas las limitaciones del ser humano no dependen de la habilidad física que posee, dependen, mayormente, de lo que llevan en el corazón. Todos nosotros hemos sido bendecidos con dones y talentos que le dan sentido a nuestra vida, pero con frecuencia nos dejamos llevar por el pesimismo y la inconformidad. Somos muy egoístas y pasamos la mayor parte de nuestro tiempo pensando y lamentándonos por lo que nos falta. Es tiempo de despertar. ¿Hasta cuándo vamos a vivir con esta actitud? ¡Levántate y no te quejes más! ¡Usa lo que tienes y ayuda en tu entorno! ¡No te rindas! ¡Participa y serás feliz! ¡Que Dios te de un Feliz Día!                  Any Aular
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