LA NIÑA, LA PIEDRA Y EL CABALLO
Cuentan que, en cierta ocasión, entró una niña en el taller de un escultor. Por un largo rato, estuvo disfrutando de todas las cosas asombrosas del taller: martillos, cinceles, pedazos de esculturas desechadas, bocetos, bustos, troncos…, pero lo que más impresionó a la niña fue una enorme piedra en el centro del taller. Era una piedra tosca, llena de magulladuras y heridas, desigual, traída en un penoso y largo viaje desde la lejana sierra. La niña estuvo acariciando con sus ojos la piedra y, al rato, se marchó. Volvió la niña al taller a los pocos meses, y vio sorprendida que, en el lugar de la enorme piedra, se erguía un hermosísimo caballo que parecía ansioso de liberarse de la inmovilidad de la estatua y ponerse a galopar. La niña se dirigió al escultor y le dijo: ¿Y cómo sabía usted que dentro de esa piedra se escondía ese caballo? Dentro de cada uno de nosotros se encuentra un tesoro, pero debemos entender que sólo se manifestará, a través de cada cincelada d
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