El Arenero
Una vez, cuando tenía cinco años, fui a un parque local con mi mamá. Mientras jugaba en el arenero, vi a un niño de mi edad en silla de ruedas. Me acerqué a él y le pregunté si podía jugar. Ya que yo era tan pequeño, no entendía por qué el niño no entraba en el arenero y jugaba conmigo. Me tomé mi cubeta, recogí toda la arena que pude y la puse en sus piernas. Después tomé unos juguetes y también los puse en sus piernas. Mi mamá corrió hacia mí y dijo: “¿Lucas, por qué hiciste eso?”. La miré y le dije: “Él no podía jugar en el arenero conmigo, así que le traje arena. Ahora podemos jugar juntos en la arena”. Lucas Parker.
No hay amor más grande en este mundo, que aquel que nos lleva a entregarnos a los demás, a darnos por completo sin esperar nada a cambio. Las pruebas desaniman y llevan a las personas a estar confinadas y atadas a la silla del miedo y la desesperación. La humanidad necesitaarena. Así que asegúrate de llevar tu saquito de arena a todas partes, porque siempre habrá alguien con quien necesites compartirlo. Comparte tu alegría, tu gozo, tus bendiciones. Dedícate a animar a alguien hoy. Regala amor, palabras de consuelo y de paz, consideración, esperanza, aliento. Recuerda que lo que se comparte se multiplica. ¡Que Dios te de un feliz Día! Any Aular
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