Un día mi esposa y yo fuimos a las playas de Quepos en Costa Rica. Mientras nos bañábamos, nos alejamos un poco de la orilla y de pronto una corriente de agua nos arrastró a donde no podíamos tocar fondo. Cuando miré el rostro de mi esposa, vi que el pánico la había arropado y la angustia se apoderó de mí. Quise nadar hacia ella pero la corriente me llevaba más y más lejos… Por un momento pensé que moriríamos ahogados. En ese momento vi a un hombre con traje de baño amarillo y sus brazos cruzados, sonriendo y de pie. Era sumamente alto, el agua le daba en las rodillas cerca de mi esposa y le grite: ¡Señor, por favor, sáquela a ella! Me sorprendió que una sonrisa estaba en sus labios y se acercó despacio a mi esposa y la saco. Cuando ella estuvo a salvo me sacó a mí donde podía tocar la arena. Estábamos en la orilla, los dos tomados de la mano y pálidos por el susto. Comenzamos a caminar y cuando volteamos para agradecer a este hombre el haberla sacado…no estaba. Era imposible que hubiese salido tan rápido. Ese día me convencí de que a veces los ángeles se ponen traje de baño y también van a la playa….a rescatar y auxiliar a quienes lo necesitan.
Todos hemos pasado por momentos en los cuales nos sentimos cercados y ahogados por la adversidad. Nos atemorizamos hasta el punto de perder la esperanza y de sentir que todo se ha acabado, que no hay opción. Pero en medio de nuestras angustias y en los momentos más negros, siempre encontraremos una salida. Dios está en todas partes y con todos nosotros. Para él no pasan desapercibidos nuestros problemas. Confía, pues allí en medio del océano de tu desesperación, llegará la ayuda, el auxilio. Si sientes que te ahogas, que ya no tocas fondo, que has perdido el control, clama al Padre que está en los cielos y Él enviará por ti. Siempre encontraremos quien nos tienda su mano y nos saque de en medio de la profundidad de nuestra prueba. No dejes de luchar, no te rindas. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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