¡POR FAVOR, POR FAVOR!


Érase una vez un “por favor”, que vivía en la boca de un niño llamado Luis, pero rara vez tenía la oportunidad de salir, pues Luis, nunca lo utilizaba. -¡Quiero pan! ¡Quiero agua! ¡Quiero ese libro! -era su modo de pedir las cosas. Su padre y su madre estaban muy afligidos por esto. Y ese pobre “por favor” pasaba días en el paladar del niño, esperando una oportunidad de salir. Luis tenía un hermano mayor, Juan, que era muy cortés. Así que su “por favor” aspiraba el aire y era feliz. Un día, durante el desayuno, el “por favor” de Luis sintió necesidad de respirar. Así que escapó de su boca, aspiró aire y saltó a la boca de Juan. El “por favor” que vivía allí se enojó. - ¿Qué haces tú aquí? -exclamó-. ¡Ésta es mi boca!  Lo sé -respondió el “por favor” de Luis-. Yo vivo en la boca de Luis. Pero allí no soy feliz. Nunca me usa. ¿Me dejas estar un tiempito aquí?   -Pues claro -respondió el otro “por favor”- cuando Juan me use, saldremos juntos. Ese mediodía, durante el almuerzo, cada vez que Juan quería algo, decía por favor dos veces. La madre se echó a reír: -¿Pero por qué dices “por favor” dos veces? - No sé -respondió Juan-. Es como si las palabras me saltaran de la boca. -Bueno -dijo su padre-, un “por favor” nunca está de más. Luis escuchó al hermano y le pareció que sería divertido imitarlo, así que comenzó y trató, pero no pudo, pues ignoraba que su “por favor” estaba en la boca de Juan. A la mañana siguiente, en el desayuno, el “por favor” de Luis regresó a su hogar, pues ya se sentía mejor. Y de inmediato se sintió muy bien, pues Luis dijo: - Papá, ¿me cortas la naranja, “por favor”? ¡Vaya! La palabra le había salido con suma facilidad. Por otra parte, esa mañana Juan decía un solo “por favor”. Y a partir de entonces, el pequeño Luis fue tan cortés como su hermano, y todos disfrutaban de tan bella relación.
Todos necesitamos tratarnos con amabilidad. Una palabra de cariño cambia el ánimo de cualquiera, alienta el corazón y mejora el ambiente donde estemos. ¿Con cuánta frecuencia le dices a alguien cuánto valoras lo que hace? ¿Cuántas veces al día le decimos “te quiero” a quienes amamos? ¿Usamos la palabra “gracias” con frecuencia? Hay un “por favor” queriendo salir de tu boca en este instante, si lo usas y si lo dejas salir, te demostrara cuánto bien puede hacer a tu alrededor. ¡Déjalo salir! ¡POR FAVOR, POR FAVOR!  ¡Que Dios te de un Feliz Día!    Any Aular

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