LA SOLUCIÓN PARA UN DESESPERADO
La tragedia llamó dos veces seguidas a nuestro hogar. Primero murió nuestra hijita, la encontramos muerta en la mañana en su cama. Luego nuestro hijito menor se enfermó y murió. Esta doble desgracia me pareció imposible de soportar. Perdí por completo el apetito y pasaba las noches sin dormir. Pero Dios que es bueno respondió mis continuas oraciones pidiendo consuelo, y me envió la solución por medio de mi niño más pequeño. Un día me dijo: "Papá ¿quieres ayudarme a fabricar una barca para remar por el lago?" Yo no tenía ganas de nada, pero su insistencia terminó por convencerme. Por horas y horas trabajamos en aquella construcción. Así fue que cortamos tablas, clavamos, fijamos, pintamos, y durante todas aquellas horas que estuve trabajando, no me acordé de mi aflicción. Por primera vez en varias semanas sentí paz y tranquilidad, y rendido de cansancio dormí toda la noche. Esta actividad me ayudó a comprender, que es difícil vivir pensando en tristezas y preocupaciones cuando se está haciendo algo que necesita de nuestra concentración. Y aquel día tomé una decisión: "Voy a tratar de mantenerme siempre ocupado". Y empecé a dar vueltas por mi casa y descubrí que había un montón de cosas que necesitaban arreglo, así que me dediqué a eso. Durante los últimos dos años he realizado todas estas tareas y he llenado mi vida de actividades estimulantes. Cada semana dedico varias horas a enseñar en una escuela nocturna. Ayudo en las actividades comunales de mi barrio y colaboro en recoger ayudas para la Cruz Roja. Y estoy tan ocupado que ya ni me queda tiempo para pensar en el pasado.
Todos nosotros siempre tendremos motivos para preocuparnos, entristecernos y angustiarnos. Pero nuestra felicidad consiste en saber manejarlas, de tal manera que no nos hundan, sino que nos ayuden a crecer y nos transformen. Dejemos de pensar tanto en nosotros mismos y en nuestros problemas y busquemos la forma de ayudar a quienes nos rodean, y de colaborar para mejorar nuestra comunidad. Hay mucho por hacer. Miremos a nuestro alrededor y encontraremos mil y un motivos para evitar lo que nos puede hundir en la depresión. No dejes que el miedo y la preocupación te paralicen y hagan de ti un ser inútil y lleno de amargura. Recuerda que es posible volver a sentirnos felices, a pesar de lo que nos haya pasado o de lo que estemos viviendo. Nosotros escogemos si queremos ser felices o no. Decídete hoy a cambiar de actitud y tu vida cambiará. Ayudar a los demás nos trae felicidad y hará posible que volvamos a ver la luz del sol otra vez. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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