Plan de vuelo divino

Los retrasos en los vuelos fueron frustrantes para nosotros, pero todo condujo a un  inesperado y maravilloso reencuentro. Mi esposo, Bob y yo, habíamos tomado nuestras vacaciones soñadas, dos semanas  en Europa. Habíamos disfrutado y conocido lugares y personas especiales. Todo había sido maravilloso, hasta que llegó el día de partida hacia los Estados Unidos en el aeropuerto de Alemania. La mujer en el mostrador de venta de boletos de avión en Múnich, nos dijo,  sacudiendo la cabeza, "Lo siento, pero no hay más disponibilidad para este vuelo".  Que terrible, pensé, ya había disfrutado cada momento de nuestras vacaciones de sueño, pero yo estaba lista para ir a casa a Shreveport, Luisiana, y dormir en mi propia cama. Mi marido, pudo notar la decepción y frustración en mi rostro, y me dijo, "Tendremos que tratar de conseguirlos mañana", dijo,  " pero no nos amarguemos por esto, Dios se encargará….Vamos a disfrutar el día extra”. Tenía razón, pero pensé enseguida en nuestro hijo Joe que iba por unos muy pocos días de visita a casa, pues prestaba servicio como militar en Asia, y me entristecí pensando que con estos retrasos tal vez no lograríamos verlo. El tiempo de vuelo de Europa a nuestra casa era tan largo, que estaba segura de que no tendríamos tiempo de estar allí. De vuelta en el hotel, abrí mi correo electrónico para ver si nuestra hija, Mónica, tenía alguna noticia acerca de la llegada de Joe. Efectivamente, había un mensaje. "El vuelo de Joe se retrasó de nuevo", decía, con una de esas pequeñas caras tristes. A la mañana siguiente volvimos al aeropuerto y finalmente, después de tanto esperar, conseguimos los boletos y emprendimos nuestro vuelo a los  Estados Unidos. Por desgracia, tuvimos que parar en Atlanta, debido al mal tiempo, y nuestra conexión se retrasó por la misma razón. Pasaban las horas, y mi frustración crecía. Así que me quejé con Bob diciendo, "¡Ya no aguanto! ¡Yo sólo quiero llegar a casa ya!". Fue entonces cuando vimos  a un grupo de soldados que bajaban por la rampa de una de las puertas. Entonces pensé en Joe, y me dije, “ellos están regresando de una guerra, y yo estoy volviendo de unas vacaciones. ¿Qué derecho tengo de quejarme?” Tal vez ellos eran la manera de recordarme que debo confiar que el tiempo de Dios es perfecto. Bob me agarró del brazo, "Mira a esos soldados que bajan de la rampa" "Los veo", dije. Bob persistió. "¿Ves quién está delante?" De repente, todos esos retrasos en todas esas millas cobraron sentido, era mi hijo. Corrí con los brazos abiertos hacia Joe, llena de una felicidad inmensa. Definitivamente, Dios sabe porque hace las cosas. Debra Davis, Shreveport,  Louisiana.
Es muy común en todos nosotros quejarnos cuando las cosas no salen como las planeamos. Y es que nuestra mente humana, no puede alcanzar, ni vislumbrar la mente de Dios y sus planes llenos de amor para nosotros. Definitivamente, cuando algo se trabe, o cuando nos encontremos atascados en algo,  volvamos nuestros ojos al dueño del tiempo, y al que maneja nuestras vidas, y tranquilicémonos, pues es seguro que es por algo bueno que todo eso nos está pasando. Vivamos confiados y veremos maravillas. ¡Que Dios te de un Feliz Día!       Any Aular

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