Que hacer con lo que tenemos
El 18 de noviembre de 1994, Itzhak Perlman, el violinista,
entró al escenario para dar un concierto en el Avery Fisher Hall del Centro
Lincoln en la ciudad de Nueva York. Si
alguna vez ustedes estuvieron en un concierto de Perlman sabrán que para
él no es fácil llegar al escenario pues cuando era niño tuvo polio, y camina
con muletas. Cuando llega a su silla, se sienta lentamente, pone sus
muletas en el suelo, pone todo en orden, levanta el violín, hace una señal al director y comienza a tocar.
Hasta ahora, la audiencia estaba acostumbrada a este ritual.
Pero esta vez algo anduvo mal... Justo cuando él terminaba sus primeras
estrofas, una de las cuerdas de su violín se rompió. El ruido sonó como un tiro
atravesando el salón.
No había equivocación sobre lo que ese sonido significaba. Quizás
tendrá que reponer la cuerda y volver a comenzar, pensaron muchos. Pero no lo
hizo. En su lugar, esperó un momento, cerró sus ojos y luego hizo la señal al
director de comenzar nuevamente. La orquesta comenzó desde el punto en el
que se había detenido. ¡Y tocó con tanta pasión y tanto poder y tanta pureza,
como ellos nunca lo habían escuchado antes! Aunque parecía imposible lograrlo
con tres cuerdas, esa noche Perlman rehusó aceptarlo.
Cuando terminó, hubo un impresionante silencio en el
salón... y entonces la gente se levantó y lo aclamó. Estábamos todos de pie
gritando y animando, haciendo todo lo que podíamos, para demostrar cuanto
apreciábamos lo que acababa de hacer.
El sonrió, se secó el sudor de sus cejas, y antes de inclinarse hizo señas para aquietarnos y
luego dijo, en un tono reverente, pensativo, calmo: "La tarea del
artista es descubrir cuanta música puede uno hacer con
lo que aún le queda"...
Siempre tendremos nuevas oportunidades de rehacer
nuestra vida. Nunca será demasiado tarde. Todo depende de la actitud que
tomemos frente a las circunstancias que vivimos. Recordemos que la vida está
llena de retos y que nosotros debemos armarnos de valor y enfrentarlos. No
estamos solos, contamos con la ayuda de un Buen Dios que habita en los cielos y
que siempre está atento a nuestras necesidades. No importa cuántas cuerdas se
le rompan a nuestro violín siempre podremos tocar música si así nos lo
proponemos. Así que no perdamos el ánimo y cobremos nuevas fuerzas. Todo saldrá
bien si pensamos positivamente. Sigamos adelante sin desmayar y sin poner
nuestros ojos en lo que nos falta, sino en lo que aún tenemos. ¡Que Dios te de
un Feliz Día! Any Aular (any.aular@hotmail.com)
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