El niño y el caballito
Un
padre llevó a su hijito a dar un largo paseo por el bosque y como era pequeño, le llevaba sobre sus hombros a ratos. Luego le
puso en el suelo y le dijo que tendría que caminar hasta la casa. Poco después el
pequeño comenzó a llorar porque estaba muy cansado, demasiado cansado para dar un
paso más. El padre cortó un palito y lo limpió muy bien de toda astilla
mientras el niño observaba. Al terminar, dijo: “Mira, hijo, te presento a tu
propio caballito para que te lleve a casa.” Encantado, el niño se montó sobre
su caballito y felizmente llegó a su casa. Y en casa dio vueltas por todo el
jardín hasta que tuvo que ir a bañarse y acostarse, ya rendido. El caballito le
quitó el cansancio, el caballito lo animó y lo ayudó. El caballito lo cambió
todo y lo llevó a casa con bien.
Muchas
veces, en el camino que nos toca transitar, nos llegamos a sentir cansados y
sin aliento. Llegamos a un punto en el que pensamos que no podremos sobrellevar
la carga que tenemos delante. Pero Dios nos ha rodeado de personas y
circunstancias a las cuales utiliza como caballitos que nos ayudan a seguir y a
no desmayar. Recuerda que en el camino
por el bosque Dios permanece a tu lado. A veces te lleva sobre sus hombros,
pero a veces considera que es importante que camines por ti mismo, y cuando el
cansancio te agobie Él, amorosamente, cortará una ramita y te hará un caballito
que te animará, y te inyectará nuevas fuerzas para avanzar y vencer. ¡Que Dios
te de un Feliz Día! Any Aular
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