CUANDO NUESTRA CASA ESTA EN LLAMAS
Vivimos en un mundo donde no
planificamos lo que nos acontece. Cuando algo muy bueno ocurre, solemos decir:
¡Que Buena Suerte tengo! ; Pero cuando los problemas tocan a nuestra puerta,
sólo exclamamos: ¡La que me faltaba! ¿Y saben qué? Ni siquiera entendemos, ni
nos preguntamos, porqué o para qué pasan; porque cada hecho o situación cambia,
de alguna forma nuestras vidas, a veces parcialmente, o a veces radicalmente. Y
no sólo nuestra vida se ve afectada, sino también todo nuestro entorno. Y es
que a veces estamos tan cegados, que no consideramos la idea de que todo lo que
nos sucede es para bien nuestro. La siguiente es una anécdota que ilustra esto
de manera hermosa.
“Una fría mañana de invierno,
partía una flota de pesca de un pequeño Puerto Canadiense. Cuando atardecía, se
desató una fuerte tempestad. Al caer la noche, ninguna de las naves pesqueras
había logrado regresar a Puerto. Los hijos y las esposas, madres y novias de
los pescadores, pasaron la noche recorriendo nerviosamente la playa llenos de zozobra
y rogándole a Dios que salvara a sus seres queridos. Para colmo de males, una
de las humildes casitas se prendió fuego. Debido a que todos los hombres se
hallaban en el mar, fue imposible salvar la vivienda. Al llegar la mañana, para
alegría de todos, la flota entera atracó en Puerto a salvo. Sólo uno de los
rostros que aguardaban en la orilla, demostraba congoja, el de la esposa del
pescador, cuya casa había sido consumida por las llamas. Apenas el puso pie en
tierra, ella se le acercó y le dijo: - Amor mío, estamos arruinados, nuestra
casa y todo lo que había en ella ha quedado convertido en cenizas - . Y, sin
embargo, el hombre exclamó: - ¡Gracias a Dios por el fuego!, fue la luz de
nuestra casa en llamas, la que guió a toda la flota de vuelta al puerto.”
Nunca debemos dudar del inmenso
amor de Dios, pues él decidió que solo a
través de las dificultades nos llevaría a mostrar su imagen y semejanza o sus virtudes, con las cuales decidió
adornarnos cuando nos concibió por amor. Ahora ya sabes que si repentinamente, “Tu casa se quema” al punto
de las cenizas, no te aflijas: ¡Regocíjate en medio de las cenizas!, pues es
seguro que estarás contribuyendo a ayudar a toda una “Flota entera”, e incluso,
a ti mismo; pues Dios obtiene las victorias más grandes de aparentes derrotas. ¡Que
Dios te de siempre un bello día! Any
Aular
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