EL REY Y EL HALCON


Genghis Khan fue un gran rey y un gran guerrero. Conquistó numerosas tierras. Una mañana en la que se encontraba en su casa después de volver de la batalla, cabalgó hasta el bosque para cazar. Le acompañaban muchos de sus amigos. Posado en su muñeca el rey transportaba a su halcón favorito, ya que en esos tiempos los halcones eran entrenados para cazar. Genghis Khan y sus cazadores cabalgaron por el bosque todo el día, pero no encontraron tantas presas como habían esperado. Al caer la larde, mientras los demás cazadores volvían a casa, el se internó en el bosque, buscando agua. Su halcón había abandonado su muñeca y alzado el vuelo. El rey recordaba haber visto un riachuelo cerca de ese camino. Por fin lo vio. El fresco líquido sólo caía gota a gota. El rey cogió un pequeño vaso de plata que llevaba y lo acercó a la roca para recoger las gotas de agua. Tardó mucho tiempo en llenar el vaso. Cuando el vaso estuvo casi lleno, el rey se lo llevó a los labios. De repente, un zumbido cruzó el aire y el vaso cayó de sus manos. Era su halcón. El pájaro se quedó posado en las rocas cerca del manantial. El rey recogió el vaso y volvió a llenarlo otras dos veces, pero el halcón hizo caer de nuevo el recipiente. Ahora el rey estaba verdaderamente enfadado. Y tomó su espada, y cuando volvió a recoger el agua, el halcón se aproximó, y lo hirió de muerte. El pobre animal cayó mortalmente herido a los pies de su amo. Al buscar el vaso, vio que éste había rodado entre dos rocas, así que tendría que beber directamente de la fuente. Subiendo la encontró. Pero allí, justo en medio, yacía muerta una enorme serpiente de las más venenosas. El rey se paró en seco y olvidó la sed. Sólo podía pensar en el pobre halcón herido, tendido en el suelo. —El halcón me ha salvado la vida —exclamó—, ¿y cómo se lo he pagado?  Descendió del talud, cogió al pájaro con suavidad y se lo llevó. Pidió perdón a Dios y se dedicó a cuidarlo. El Halcón se recuperó y ahora el rey sabia que las más grandes batallas se libran con el verdadero amor.  
El amor hace maravillas y nos transforma la vida. Cuando actuamos pensando en el bien de los demás, estamos actuando como Dios lo haría. Recordemos que por lo general, decir la verdad resulta difícil y desagradable, pues a veces tenemos que tumbarle el vaso de plataa nuestro amigo o hermano… A veces es necesario ser bastante severos para apartar, a quien lo necesite, del veneno que nos venden los medios de comunicación en general, y la sociedad en general: el odio, el rencor, la discriminación, la división, la falta de perdón… Seamos valientes asumamos el reto de ayudar a alguien hoy. ¡Que Dios te de un Feliz Día!    Any Aular

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