Rescate Milagroso

Mientras caminaba por la playa ese día, estaba tan preocupado por  mis propios problemas, que casi no oía a unas niñas jugando. Mi esposa y yo nos habíamos separado recientemente, y me preocupaban nuestros niños de sólo seis y ocho años. De repente escuché: "¡Auxilio! ¡Auxilio!" Dos niñas habían sido atrapadas por la corriente. Mientras nadaba hacia ellas, podía sentir como la corriente me succionaba hacia el fondo. La primera estaba a unos 20 metros de la orilla. Ella me agarró y se aferró a mí. La sostuve como pude. No encontraba a la otra niña. Por fin vi una cabeza a lo lejos que emergió a la superficie. Le dije a la niña que estaba conmigo que se sujetara a mis hombros, y así empecé a nadar hacia su hermanita. Sentía como si estuviera nadando en barro. Aceleré mis brazadas, luchando por cada respiración. Por fin, extendí la mano y agarré a la segunda niña. Ahora ambas hermanitas estaban aferradas a mis espaldas y yo estaba completamente exhausto, y muy lejos de la orilla. Me dijeron que habían venido con su mamá, su abuelo y una tía. Pero yo no veía a nadie y sabía que no podía nadar tan lejos, con dos niñas adheridas a mí. Yo estaba cerca del total agotamiento. Pero no había tiempo para esperar. No tenía otra opción. Tenía que intentarlo. Así que les dije a las niñas que se sujetarán con todas sus fuerzas y comencé a nadar. Nadé lo más fuerte que pude, pero el peso de las niñas parecía crecer  más cada minuto. Sentía mis piernas como plomo. De repente ya no podía levantar los brazos fuera del agua. Mis pulmones ardían. Podía oír a la gente gritar, pero me parecía como si  estuvieran a una distancia muy grande. Las pequeñas se aferraron a mí. "Pobres niñas, les fallé", pensé. Abrí la boca para tomar aire, pero sólo entró agua. Ya no podía respirar. Y ya no pude nadar más. Recuerdo que en ese momento le dije a Dios que no podía más, que me ayudará. De repente me sentí en paz. "Es tu voluntad, Dios". En mi mente vi a mi esposa e hijos. Podía sentir su amor. En ese instante sentí una fuerza increíble detrás de mí. Una enorme ola nos elevó y nos llevó directo a la orilla donde estaban los familiares de las niñas."Gracias", una de las mujeres lloraba. "Me has salvado mis hijas". Ella las abrazó. Me quedé mirando el agua, tratando de comprender lo que acababa de suceder. Mis esfuerzos, mi lucha, habían valido la pena. No había sido yo solo, por supuesto. Pensé en esa ola gigante. Levantándome, me empujaba. Un poder que no había venido de mí. Cuando mi cuerpo me había fallado, cuando toda esperanza se desvanecía, se me dio la fuerza que necesitaba. Me puse de pie y abracé a las chicas. Mi esposa y los chicos me estaban esperando. Ahora yo no estaba dispuesto a dejar de luchar por mi matrimonio. Ahora sabía que las fuerzas me serían dadas. Edson Bourn.
No estamos solos en medio de nuestras pruebas, tan sólo no dejemos de luchar, no dejemos de intentar. Aunque el pronóstico general sea el fracaso, no te rindas. Aunque todos a tu alrededor te digan que es imposible, no desmayes. Y cuando sientas que tus fuerzas se desvanecen, recuerda al hombre de esta historia. ¡Lucha! Si lo haces, es muy seguro que una ola salvadora venga por ti, y te eleve en medio de tus circunstancias, llevándote a lugar seguro. Recuerda que Dios bendice a los que no se dan por vencidos. ¡Que Dios te de un Feliz Día!       Any Aular

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