Zapatos Especiales
Enrique estaba pasando unas vacaciones junto con su familia, recorriendo varias ciudades de su país. En dos de esas ciudades compró dos pares de zapatos de muy buena calidad y que le quedaron muy bien al momento de probárselos, y como era un viaje de recreo decidió no usarlos hasta regresar a casa. Días después, de vuelta a sus labores habituales, decidió usar los nuevos zapatos, pero difícilmente podía andar con un par o con el otro. Esto lo tenía desconcertado, cómo era posible que le apretaran tanto ahora, si le habían calzado tan bien al momento de comprarlos. Así pues se fue a un zapatero de su ciudad, y allí el buen hombre los estiró repetidas veces, y por varios días, con métodos especiales, pero aún así los zapatos le seguían apretando. Pensativo, los guardó en sus cajas, y dijo para sí: “Dios mío, Tú debes tener una muy buena razón, pero ¿Para quién son estos zapatos?”. Pasaron los días y una mañana tocaron a su puerta. Al abrir se encontró con un hombre desconocido, y que entendió que venía a buscar ayuda, pero curiosamente no le pidió dinero ni comida, el tan sólo preguntó: Hermano ¿Tendrá por allí unos zapatos que me pueda regalar? Enrique no lo podía creer. Con una mezcla de gozo y de asombro en su corazón, fue hasta su cuarto, sacó los zapatos de las cajas y se los dio al visitante. Cuando el hombre se los probó, le calzaban perfectamente, como hechos a la medida. Aquel hombre no cesaba de agradecer y de admirarse por la acción de Enrique, y solo alcanzo a decir: “¡Pero están nuevos!” a lo que Enrique sonriente le respondió: “no se preocupe, son un regalo de Dios para usted”.
Así que si las cosas no salen como las hemos planeado, o si de alguna forma creemos que estamos perdiendo el tiempo, recuerda esta historia. Todos nuestros actos son controlados por Dios, y aún el mayor error puede ser usado para ayudar a alguien en la forma que menos imaginamos. Así que dejemos de quejarnos si algo no funciona como queremos, tan sólo agradezcamos y esperemos en Dios, y veremos sus milagros de amor a nuestro alrededor. Ánimo, no desmayes, hay una gran bendición detrás de esa "caja de zapatos", solo observa y espera, pues tú también eres un instrumento de Dios. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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