El Amor Cambia Todas Las Cosas
Siempre he sido una mujer muy activa, así que después que mis hijos crecieron y dejaron el hogar, decidí buscar empleo. Después de pensarlo decidí convertirme en chofer de un autobús escolar. Para mí era el trabajo perfecto, me encantaban los niños y además sabía manejar. Claro que me costó un poco acostumbrarme al tamaño del autobús, pero para comienzos del año escolar ya lo dominaba. Así fue como comenzó mi aventura con estos niños. Cada año escuchaba sus historias y sus problemas, cantaba con ellos durante los largos recorridos e incluso los atendía cuando se sentían mal. Por supuesto, cada año llegaban niños nuevos. Recuerdo muy bien que durante el cuarto año que llevaba trabajando, llego un niño de 8 años de mirada reservada, tenia ojos grises y cabello rubio, y se llamaba Charlie. Charlie fue un verdadero reto para mí desde el comienzo. Siempre buscaba problemas con los demás, y sin importar cuánto me esforzara, siempre me rechazaba. Me enteré que su padre había muerto y su madre lo había abandonado, así que comprendí su actitud y me esforcé aun mas en darle amor, pero nada funcionaba. Aquel año los niños me regalaron tarjetas dándome las gracias por ser parte de sus vidas, y una niña me obsequio un llavero, era un corazón rojo de metal que decía:"Yo amo a Polly y ella me ama". Lo colgué cerca de la entrada del autobús para tenerlo a la vista. Una tarde, mientras los niños se sentaban en el autobús, me demoré un poco más, pues estaba conversando con la directora del colegio, y cuando entré, noté que el llavero había desaparecido. Pregunté en voz alta quién había sido. Todos culparon a Charlie, pero él lo negaba rotundamente. Así que todos pidieron que revisara sus bolsillos, por lo que fui hasta él para revisar. Cuando metí mi mano sentí el corazón de metal, entonces miré fijamente a Charlie y decidí no decir nada, quería darle otra oportunidad, así que no lo delaté, esperando que mi acción le hiciera sentir que de verdad me importaba. Desde aquel día Charlie no apareció más, y una gran tristeza me embargó el corazón. Pasaron los años y me dediqué aún con más ahínco a ayudar a cada niño que llegaba nuevo, pero nunca olvide al pequeño Charlie. Un día, 12 años después de haberme retirado, me encontraba de paso en una tienda del pueblo cuando escuché que alguien me llamó. Volteé y miré a un hombre de mediana edad de cabello rubio y grandes ojos grises, no podía creerlo, era Charlie. El se acercó y me abrazó diciendo: "¡Polly, eres tú!". Me contó que vivía en Montana, se había casado y tenía una familia y un negocio próspero. Y entonces sacó de su bolsillo aquel corazón rojo extraviado hace años que decía: "Yo amo a Polly y ella me ama", y con lágrimas en los ojos dijo: "Gracias porque nunca te diste por vencida conmigo, tu cambiaste mi vida". Me volvió a abrazar y luego se fue. Ahora sé que el tiempo que dedicamos a los demás no está perdido. Pauline Burgard
Esta hermosa historia nos habla del poder del amor y de cómo nuestras acciones pueden cambiar la vida de alguien más. El tiempo que dedicamos a quienes nos rodean, familiares, amigos y vecinos, siempre rendirá sus frutos. Así que no nos demos por vencidos ni nos desesperemos, actuemos movidos por el amor, porque el amor transforma todas las cosas. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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