Una Bendición Inesperada

Mi esposa Alice y mis dos hijas, llevaban mucho tiempo tratando de convencerme de adoptar a un perro. Todas estaban deseosas de tener una mascota en casa, además de eso, mi esposa siempre estuvo a favor de ayudar a los cachorros que han sido víctimas de abuso y abandono,  y siempre estaba colaborando con los refugios de animales. Tras mucho insistir, me convencieron,  y después de visitar un centro de mascotas, adoptamos un perrito de 10 meses, a quien llamamos Cuddy. Cuddy resultó ser muy cariñoso, y quería estar con cada uno de nosotros a cada instante. Nos conquistó con su amor y con la manera en que nos cuidaba. Mi hija mayor ya se había ido a la Universidad y meses después, Alice y yo, hicimos lo mismo con  nuestra hija menor. Para ese momento mi esposa presentaba un sangrado inusual, y ella lo atribuyó a la menopausia. Pero dos semanas después estaba peor, y la lleve a la emergencia del Hospital  con un terrible dolor abdominal. El diagnóstico fue devastador, cáncer uterino. Después de más exámenes, determinaron que estaba en la etapa más avanzada, pues había  alcanzando otros órganos, por lo que no había solución. Estábamos derrumbados. Alice decidió someterse a quimioterapia, con la esperanza de quedarse unos meses más con nosotros, Tres semanas después, estaba tan débil que no podía subir las escaleras, así que arregle un lugar para ella en el sofá de la planta baja. Durante todo ese tiempo Cuddy no se separó de ella, se mantuvo a su lado, y la lleno de amor. Pero Alice se debilitó muy rápido, y seis semanas después del diagnóstico, murió. Mi vida cambió por completo. En casa el vacío era muy grande, sobre todo porque mis hijas estaban lejos. Cada día, al llegar del trabajo, Cuddy me recibe en la puerta y me cubre de besos,  y eso me hace sentir reconfortado. Cada noche cuando me acuesto, el se sube a la cama y se acuesta en el lado de Alice, y mirándome directo a los ojos, pone su pata sobre mi cabeza hasta que me quedo dormido. Cada mañana al despertar, veo a Cuddy acostado nuevamente a mi lado, y  viéndome fijamente coloca su pata sobre mi rostro como si dijera: "Se que la extrañas, yo también. Pero no tengas miedo, pues nos tenemos el uno al otro". Verdaderamente él ha sido un regalo de Dios. El es el perrito que no quería, pero sin el cual no puedo imaginar mi vida. ¡Gracias Alice, tenias razón!
Existe una gran bendición cuando ayudamos a otros, ya sean personas o animales desamparados. Así que tratemos siempre de buscar la manera de mejorar la vida de todo y de todos los que nos rodean. Dejemos de pensar por un momento en nosotros mismos y busquemos a quien brindar alegría. Sólo el amor le da sentido a la vida, repartámoslo donde quiera que vayamos. Brindando lo mejor de nosotros crearemos un impacto positivo en donde vivimos, y estaremos ayudando a mejorar el mundo. ¡Que Dios te de un Feliz Día!     Any Aular

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