Un Sueño Roto
El sueño de su vida era ser misionero, y parecía como si finalmente se fuera a hacer realidad. Sentado en la oficina de la agencia misionera, el nervioso joven le aseguró al entrevistador que él y su flamante esposa estaban decididos a trabajar duro, administrar sus recursos de manera responsable y procurar cumplir su trabajo. Confiaban en que todo su futuro estaba saliéndole a pedir de boca. Pero durante su preparación para vivir entre otras culturas él y su esposa se percataron de que ella nunca resistiría los rigores de vivir en el extranjero. Ella era demasiado frágil y débil. Si iban al África, como habían planeado, era seguro que ella moriría. Confuso y destrozado emocionalmente, el joven fue a trabajar para su padre, que era dentista y que tenía un pequeño negocio colateral que producía vino sin fermentar para las iglesias. Al envejecer su padre, el joven se hizo cargo de este negocio secundario. Un día se le ocurrió que tal vez todavía podría colaborar con la obra misioner